64. LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.
1.- INTRODUCCIÓN
2.- EL SIGLO XIX: EL ECLECTICISMO
La fusión de un estilo arquitectónico con otro no suele coincidir con el nacimiento de un nuevo siglo, ni con la coronación de un nuevo monarca, ni con el establecimiento de un sistema político diferente. Con todo, los primeros años posteriores a 1800 vieron el surgimiento, hasta cierto punto, de un cambio de actitudes con respecto a los diseños arquitectónicos. El siglo XIX fue, artística y arquitectónicamente, una época de eclecticismo y de reaparición de una amplia variedad de estilos derivados del mundo antiguo egipcio y clásico, de Bizancio y de la Edad Media. Desde la aparición del Renacimiento en la Italia del siglo XV, las formas y estructuras arquitectónicas se habían inspirado en las obras clásicas más antiguas; pero los diseñadores de los edificios renacentistas, barrocos, rococó y neoclásicos habían aportado a sus interpretaciones algo nuevo y personal, recreando los estilos de la antigüedad, pero modificándolos para adaptarlos al mundo postrenacentista. Las variaciones sobre el tema clásico creadas por artistas como Brunelleschi o Bernini, Mansart o Wren, fueron inspiradas por Roma, pero eran una interpretación, no una reproducción.
Los arquitectos del mundo occidental del siglo XIX adaptaron también a sus propias necesidades los modelos originales que, con la industrialización y la urbanización crecientes y con el crecimiento demográfico, les planteaban nuevos desafíos. Así, el crecimiento de la población y de las ciudades y las necesidades de la industria marcan muy de cerca las realizaciones arquitectónicas del mundo contemporáneo. Cada artista y cada área geográfica aportan soluciones diferentes según sus propias condiciones de partida, pero son soluciones para un mismo problema: el crecimiento urbano.
Los proyectos de estos arquitectos, bien fueran edificios individuales, o proyectos a gran escala, tampoco fueron simples copias, pero, salvo a unos pocos hombres excepcionales, les faltó el genio innovador de la aplicación, y los edificios, aunque muchos tenían gran calidad, les faltaba la visión estética de las obras anteriores.
2.- EL SIGLO XIX: EL ECLECTICISMO
La fusión de un estilo arquitectónico con otro no suele coincidir con el nacimiento de un nuevo siglo, ni con la coronación de un nuevo monarca, ni con el establecimiento de un sistema político diferente. Con todo, los primeros años posteriores a 1800 vieron el surgimiento, hasta cierto punto, de un cambio de actitudes con respecto a los diseños arquitectónicos. El siglo XIX fue, artística y arquitectónicamente, una época de eclecticismo y de reaparición de una amplia variedad de estilos derivados del mundo antiguo egipcio y clásico, de Bizancio y de la Edad Media. Desde la aparición del Renacimiento en la Italia del siglo XV, las formas y estructuras arquitectónicas se habían inspirado en las obras clásicas más antiguas; pero los diseñadores de los edificios renacentistas, barrocos, rococó y neoclásicos habían aportado a sus interpretaciones algo nuevo y personal, recreando los estilos de la antigüedad, pero modificándolos para adaptarlos al mundo postrenacentista. Las variaciones sobre el tema clásico creadas por artistas como Brunelleschi o Bernini, Mansart o Wren, fueron inspiradas por Roma, pero eran una interpretación, no una reproducción.
Los arquitectos del mundo occidental del siglo XIX adaptaron también a sus propias necesidades los modelos originales que, con la industrialización y la urbanización crecientes y con el crecimiento demográfico, les planteaban nuevos desafíos. Así, el crecimiento de la población y de las ciudades y las necesidades de la industria marcan muy de cerca las realizaciones arquitectónicas del mundo contemporáneo. Cada artista y cada área geográfica aportan soluciones diferentes según sus propias condiciones de partida, pero son soluciones para un mismo problema: el crecimiento urbano.
Los proyectos de estos arquitectos, bien fueran edificios individuales, o proyectos a gran escala, tampoco fueron simples copias, pero, salvo a unos pocos hombres excepcionales, les faltó el genio innovador de la aplicación, y los edificios, aunque muchos tenían gran calidad, les faltaba la visión estética de las obras anteriores.
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